Eficiencia vs. Justicia: la historia de Juanita

Eficiencia vs. Justicia: la historia de Juanita

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Hace más de 14 años conocimos a “la Juanita” (el nombre es ficticio, pero no la historia), quien nos contó una historia especial. En ese momento su familia constaba de dos hijos, ella y su esposo. Lo triste, en este caso, es que el primer hijo tenía problemas de aprendizaje porque, lastimosamente, apenas nacido cayó de cabeza, un accidente terrible. Luego de la caída, Juanita no le contó al marido este hecho porque sufriría de violencia familiar, una historia más terrible todavía. Afortunadamente el segundo hijo no tuvo semejante problema y su capacidad de aprendizaje era igual al del resto de las personas.

Ella nos contó el dilema que enfrentaba en ese momento: con el dinero que ella y su marido ganaban, solo podían enviar a uno de los muchachos a un colegio privado. Bajo el tremendo supuesto de que la educación del colegio privado es mejor o, al menor, más focalizada. El problema que enfrentaba la familia era claro: si enviaba al primer hijo al colegio privado, entonces quizás la mejor educación le prepararía mejor para enfrentar la vida; si mandaba al segundo hijo, quizás él aprovecharía mejor las oportunidades de una educación privada.

Si usted está a favor del enviar al primer hijo, entonces probablemente tenga una mayor afinidad con la justicia de la acción. Este hijo no tuvo “la culpa” por este problema de aprendizaje. Por otra parte, si usted está a favor de enviar al colegio privado al segundo hijo, entonces quizás esté preocupado por temas de eficiencia. Solo este segundo hijo podrá aprovechar al máximo la educación privada y, hasta podría ayudar a su hermano mayor cuando sea mayor, bueno, quizás.

Cuando utilizo este ejemplo para explicar el dilema entre justicia y eficiencia, surgen comentarios (válidos no cabe duda) como: muchas veces el sistema educativo público es mejor, el problema es en realidad que Juanita no debería tener este tipo de elección, el Estado debería hacerse cargo del hijo 1, el sistema económico hace que las personas no tengan dinero suficiente para poder resolver todos sus problemas, el problema es la pobreza, etc.

Todas estas críticas (y muchas más) las podríamos conversar ampliamente, sin embargo, lo cierto es que el ejemplo sirve como recurso para explicar esta vieja dicotomía presente en la ciencia económica: justicia versus eficiencia.

Si bien el ejemplo que puse al principio de este texto pareciera puntual y muy “micro”, está presente en la mayoría de los problemas económicos que enfrentan las personas y las sociedades. No olvide, estimado lector, que la economía es una ciencia social, por ello, existe un interés genuino por problemas asociados a las personas.

Parece eficiente que cada familia pague por el costo del agua que consume ¿pero es justo que las familias pobres paguen más (porque en general viven en áreas alejadas)? Parece justo que todos reciban el subsidio a la gasolina, porque todos los bolivianos somos iguales ante la ley ¿pero es eficiente que también lo reciban las familias con mucho dinero? Parece eficiente que al interior de una familia, cada persona disfrute de su salario ¿pero es justo que no ayuden al hermano que no tiene dinero (aunque sea un vago)? Parece justo que cada persona pague impuestos en función a su riqueza, los ricos pagan más que los pobres ¿pero es eficiente quitar dinero/inversión a los ricos para que los pobres puedan utilizarlo en bienes de consumo? Parece justo que todos los miembros del hogar ayuden en las tareas de casa ¿No sería más eficiente que cada uno destine su tiempo a lo que mejor sabe hacer?

Y ojo, estimado lector, no existe una respuesta única y acertada a todos estos cuestionamientos. Todos ellos están en constante discusión a la luz de la estadística y los hechos fácticos, a la luz de los juicios de valor básicos y no básicos (ambos conceptos merecerán un artículo aparte). La economía no es una ciencia exacta, porque es una ciencia social. Las matemáticas, estadísticas, modelos econométricos son muy útiles y necesarios en la primera parte del análisis, cuando describimos una realidad; sin embargo, los economistas debemos hacer uso de otras herramientas cuando discutimos lo que es bueno (o creemos que es bueno) para una sociedad.

Para finalizar comentarles que “la Juanita” envió al segundo hijo al colegio privado. Porque, estimado lector, las personas de pocos recursos son muy eficientes.

S. Mauricio Medinaceli Monrroy

Junio 18, 2022

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