El Dr. Morales

El Dr. Morales

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Todas las personas que tuvieron el infortunio de lidiar con la justicia Boliviana seguramente conocen el Edificio de la Corte Superior de Justicia del distrito La Paz, este lugar, situado en la calle Genaro Sanjinés antes de llegar a la calle Potosí, es una estructura de frontis elegante que se destaca entre todas las construcciones aledañas y resume gran parte de nuestra realidad en materia legal. El acceso está controlado por la policía nacional y ya en su interior uno aprecia el extraño mundo de la justicia, fiscales, abogados, jueces, testigos, culpables e inocentes, entran, salen, hablan, gritan, pelean, corren, caen, lloran, analizan… en fin, se encuentran en esta dura tarea de «hacer justicia».

Justo después de pasar por la entrada principal, entre gente que entra y sale (siempre muy apurada) se encuentran gradas que comunican con los pisos inferiores. Luego de bajarlas aparece un espacio al aire libre que curiosamente comunica con el edificio «viejo» de la misma institución. Algunos automóviles y muy pocas personas dan cuenta de un espacio menos utilizado que la atiborrada entrada. Después de cruzar este espacio me dijeron «las celdas judiciales están subiendo esas gradas», efectivamente… bordeando este espacio se encuentran unas gradas que, esta vez de subida, comunican con una pequeña puerta que tiene el letrero «celdas judiciales». Ahí había un puñado de personas esperando que el reloj marque las 17:30, dado que «las visitas sólo se admiten de 17:30 a 18:00».

Cuando el guardia abrió la puerta, familiares y amigos entramos a empellones, debido al corto tiempo permitido para las visitas. Un pasillo oscuro, con el aire pesado del hacinamiento, personas repartiendo refrescos y galletas, rostros con la cara cortada, personas sin zapatos, mucho calor, naturalmente sin sillas, un crujiente piso de madera y una mesa que quizás en algún momento sirva para algo… nos hablan de una genuina cárcel. En este surreal cuadro encontré al Dr. Morales quien, acompañado de un par de amigos, me extendió la mano y, como siempre, me llamó por mi nombre: «Mauricio»… «hola Dr.» fue lo único que atiné a decir, mientras le entregaba una revista «Muy Interesante» que había comprado minutos atrás.

¿Quién es el Dr. Morales? Una rápida búsqueda con el «Google» nos habla de una persona que obtuvo el doctorado en Economía (en Bélgica) a la edad de 27 años, una persona cuyo nombre aparece en los primeros textos de «Macroeconomics» de Fischer y Dornbusch, amigo personal de varios premios Nóbel en Economía, homenajeado como mejor presidente del Banco Central en América Latina cuando ejercía esa función, profesor invitado en la Universidad de Columbia el año pasado y, de seguro, uno de los mejores economistas Latinoamericanos de los últimos tiempos. Invito a ustedes a elegir un texto de macroeconomía (latinoamericano) al azar y consultar a su autor sobre Juan Antonio Morales y con 90% de probabilidad él (o ella) le conocerá.

Pero no sólo quiero comentar de Juan Antonio Morales como profesional, también quiero hacerlo como persona. Si usted demuestra esfuerzo y perseverancia y estudia economía, tenga por seguro que él le llamará por su nombre en el próximo evento de economía, aún cuando tenga audaces 23 ó 24 años; si usted escribe un paper con la econometría de vanguardia, con alta probabilidad él le comentará sobre la metodología utilizada en su texto o; si usted escribe en la prensa con opiniones contrarias a las de él, no espere insultos y demagogias, espere evidencia empírica y lógica subyacente. Y es que el Dr. es así, una persona correcta, justa y sobre todo, amiga. Estoy seguro que si existese un grupo en facebook llamado «personas que tienen su maestría o doctorado gracias al Dr. Morales» tendrá miles de seguidores, porque el Dr., desde un punto de vista profesional, fue un norte pero se empeñó en ser camino.

Esa tarde, cuando le vi en las celdas judiciales, le preguntaron: «Dr. cómo se siente» él respondió «con fuerza»… y así, querido lector, me sigue enseñando, cuando la reacción clásica sería la queja, él elije la batalla, cuando el promedio elegiría la prensa y la palestra política, él elige el camino legal. Usted se preguntará de qué se le acusa, seguramente lo encontrará en el internet, pero le adelanto, es por US$ 7,000 dólares… sí, leyó bien… US$ 7,000, que en su momento eran legales pero que ahora, gracias a una norma retroactiva (leyó bien… retroactiva) no lo son.

De seguro el Dr. Morales no estaría de acuerdo con el texto que acabo de escribir, dado que carece de evidencia empírica y está lleno de juicios de valor, pero por ahora me permito una licencia querido Dr. Usted lo dijo el día que le visité «no dejen de apoyarme». Sé que esto no es una carrera de 100 metros, al contrario, será un largo y pesado camino a recorrer, por ello, espero que con estas palabras pueda haber ayudado. Para terminar quiero comentarle que quería titular este texto «Una persona notable entre delincuentes comunes» pero estoy seguro que usted me objetaría la frase «delincuentes comunes» ya que en realidad, deberíamos buscar las razones porque el sistema económico genera este tipo de personas. Por eso, sólo quiero terminar con esto: «este juego de Ponzi pronto acabará y de seguro la condición de transversalidad de este imposible Hamiltoniano se hará realidad… una vez más».

Mauricio Medinaceli

Septiembre, 2011.

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