Gas natural, diésel oíl y los desquites

Gas natural, diésel oíl y los desquites

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En mi época de estudiante (colegio) se llamaba “ir al desquite” cuando había la oportunidad de aprobar el año, siempre y cuando el alumno aprobara un examen adicional. En esos tiempos, todos los estudiantes realizaban “maratónicas amanecidas” para aprender en un par de semanas todo lo que no se hizo durante el año. Si las fuerzas y la suerte acompañaban, entonces se aprobaba el examen y los chicos pasaban de año. En general no faltaban las lágrimas y “chancletazos” de las mamás.

Dos noticias del sector hidrocarburífero boliviano me recordaron los famosos “desquites”. El problema con el abastecimiento de diésel oíl y los envíos de gas natural al Brasil. Ambos obedecen, desde mi punto de vista, al problema estructural que Bolivia arrastra desde hace muchos años atrás: la caída en la capacidad de producción. Entonces, al igual que en el caso de los “desquites”, se intentan dar soluciones de último momento a un problema que debió ser abordado mucho antes. Así como los estudiantes. ¿No sería más sensato estudiar y prepararse durante todo el año en lugar de ir “al desquite”?

Vamos con el diésel oíl. Tengo muy buenos amigos geólogos en quienes confío mucho. Ellos me dicen que Bolivia aún tiene petróleo, por tanto, el problema no es uno del tipo técnico, es decir, de cómo extraer este petróleo. El problema, según mi perspectiva, son las reglas de juego. Un sistema tributario incompatible con los elevados costos de producción, subsidios en el mercado interno, reglas poco claras para la adjudicación de áreas para la exploración, demora en la aprobación de los contratos de exploración y explotación, entre otros. Mientras estas reglas del juego persistan, será muy difícil levantar la actividad exploratoria en el país.

Mucha tinta se utilizó en esta columna con relación a los subsidios… es que son un problema. Precios bajos, fomentan el consumo excesivo y, por otra parte, desincentivan la producción. En otro post comentaré mi opinión sobre los biocombustibles.

Vamos con el gas natural. Nuevamente problemas con la capacidad de producción de gas natural impiden que podamos vender todo el gas que Brasil y Argentina precisan. En simple, para dar a unos debemos quitar a otros. Si hubiéramos hecho nuestra tarea exploratoria no estaríamos sufriendo en esta época de desquites. Sería estupendo poder vender el gas que necesitan ambos países, a los precios altos de hoy en día y tener, además, gas natural para nuestro mercado interno. Pero la realidad es otra. Quizás en este punto es necesario calmar las aguas con los dos socios. No vale la pena entablar disputas con Brasil, un socio energético por más de 40 años, solo por una posible ventaja económica de corto plazo. La relación entre ambos países debiera trascender la coyuntura política partidaria.

Dicen, y con razón, que la energía más cara es la que no se tiene. Por este motivo gran parte de los países en el mundo (si no todos) buscan o desean la autonomía energética. Es decir, tener la capacidad de producir la energía que consumen. Los acontecimientos de Rusia y Ucrania ayudan a entender en porqué.

Estoy seguro de que el problema del abastecimiento de diésel oíl se solucionará poco a poco. La relación con Brasil y Argentina también mejorará con el tiempo. Sin embargo, dudo que en el futuro estemos aislados de problemas similares, más a menudo deberemos aguzar el ingenio para resolver la poca capacidad de producción. Por ello, es necesario reconocer que tenemos un problema estructural y la solución no viene con “aprobar el desquite”, la solución pasa por entender el problema estructural, proponer soluciones estructurales y convencer a la clase política – partidaria que son parte central de dicha solución.

Al final es más divertido aprobar el año con un contundente 100 que aprobar “raspando” el desquite.

S. Mauricio Medinaceli Monrroy

La Paz, 24 de mayo de 2022

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