Juegos Cooperativos: ¿Cómo no morir en el intento?

Juegos Cooperativos: ¿Cómo no morir en el intento?

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Doce de la noche, el inquietante sonido del limpiaparabrisas le recuerda que la lluvia no da tregua a esta oscura y solitaria carretera. Levanta los ojos y a través del espejo retrovisor sólo divisa la noche y ni un alma a su alrededor. Sube el volumen del radio, que siempre le acompaña en estas noches de soledad, en un afán (vano) por olvidar la soledad que le invade en ese momento. Inclina la cabeza y advierte que aún el semáforo está en rojo… sus ojos (y luego su cabeza) miran de derecha a izquierda y ni una sola luz le advierte de un auto en sentido contrario, entonces le invade un dilema moral: «¿Debo cruzar en rojo?» Y su cabeza comienza a divagar llenándole de preguntas sin respuestas: ¿Qué sucedería en una sociedad sin reglas? ¿Por qué debo respetar el rojo cuando es ineficiente? ¿Dónde está la policía? ¿Por qué soy del tipo de persona que respeta el rojo a las doce de la noche?

Si alguna vez, amable lector, usted enfrentó este tipo de dilemas morales, déjeme contarle que no fue el único, de hecho, es un tema recurrente en las ciencias sociales, en particular… la economía. Por esta razón, ahora quiero compartir con usted algunas ideas sobre relaciones cooperativas y equilibrios estables… sé que estas palabras, con alta probabilidad, ahuyentarán su gentil lectura, por ello, le pido un poco de paciencia, quizás no sea tan aburrido.

Un excelente libro sobre el tema se llama «Prisoner’s Dilemma» de William Poundstone, en él el autor relata la apasionante vida de John von Neumann, notable científico húngaro que trabajó en RAND e hizo notables aportes a lo que ahora llamamos Teoría de Juegos. Genio de extravagantes gustos y apasionado por las ciencias exactas, desarrolló importantes aportes a las ciencias sociales, la matemática, estadística y otros… de hecho, de acuerdo al autor de este libro, el profesor von Neumann sentó las bases para los computadores personales y la telefonía celular, hace más de 60 años atrás!

Pero… ¿Por qué es importante el «Dilema del Prisionero»? Primero lo primero, el nombre se debe al profesor Albert William Tucker (muy conocido por los estudiantes de economía por la «condición de Kuhn-Tucker») quién puso dicho nombre al modelo de cooperación de Flood y Dresher. Segundo, en economía llamamos «juegos» a las interrelaciones entre dos o más agentes (personas o empresas) bajo un determinado conjunto de reglas, desde el ajedrez hasta la fijación de precios por parte de los países exportadores de petróleo (OPEP). Tercero, su importancia radica en los posibles resultados de esta interrelación, ciertamente el ganador de una partida de ajedrez tendrá nuestra admiración, pero el precio que fijen los países productores de petróleo afectará nuestro bolsillo. Cuarto, porque este modelo de cooperación nos toca día a día… y ello paso a describir a continuación.

El modelo es muy sencillo, dos prisioneros son capturados e interrogados en cuartos separados. Si ambos no se delatan (se comportan como verdaderos amigos) no existe suficiente evidencia y son condenados a, digamos, 1 año de prisión. Si ambos se delatan (muy poco amigos) entonces son condenados a, digamos, 5 años de prisión. Si uno delata y el otro no, uno es amigo y el otro un traidor, el traidor no va a la cárcel y el otro amigo cumple 10 años de prisión. Resuelto el juego, es decir, encontrado el equilibrio, resulta que en la mayoría de las veces ambos prisioneros se delatan y van 5 años a prisión. Uno podría pensar ¿Pero por qué no se ponen de acuerdo y no se delatan y así sólo van 1 año a la cárcel? Resulta que el incentivo a quedar libre, hace que los dos se delaten y alcancen una solución no cooperativa… como un par de tontos.

¿Es esto de locos? Resulta que no. Muchas veces los seres humanos actuamos de forma no cooperativa, van algunos ejemplos: 1) si todos respetásemos el rojo del semáforo sería genial, pero basta que alguien no lo haga para que surja el caos; 2) cuando compramos entradas a un concierto, todos hacemos la «fila» pero basta que uno no la haga para que el resto aproveche la situación; 3) dos empresas deciden cobrar un precio mínimo, pero basta que una baje un poco más para que ambas comiencen a competir bajando sus precios a niveles de locura; 4) todos acordamos pagar impuestos, pero basta que un grupo no lo haga para que el resto tampoco quiera hacerlo; 5) todos pagamos por la fiesta de graduación, pero basta que alguien no lo haga y aún así la disfrute, para que nadie quiera pagarla… como ven, vivimos en un mundo donde la cooperación es parte fundamental de nuestras acciones, por ello, los economistas nos la pasamos estudiando aquellas sociedades que sí deciden cooperar, porque un mundo cooperativo parece mejor. Educación, edad y hasta género (las mujeres siempre son más buenas) explican muy bien el deseo de cooperar.

Y así, mi estimado lector, cuando usted se encuentre leyendo un libro, hojeando un periódico o esperando el taxi o bus para ir a casa… levante los ojos, mire a su alrededor y piense en sociedades cooperativas, de seguro, con alta probabilidad recordará al profesor John von Neumann y al profesor Tucker.

Mauricio Medinaceli Monrroy

Sao Paulo

Abril 6, 2014

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