Los subsidios y cómo una abuela me dijo: «mi esposo peleó en la Guerra del Chaco»

Los subsidios y cómo una abuela me dijo: «mi esposo peleó en la Guerra del Chaco»

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Ciertamente hay hechos que marcan la vida de una persona, en particular, determinados eventos, anécdotas, historias, etc. nos reflexionan tanto, que sin quererlo forman puntos de inflexión en nuestra manera de pensar y actuar. Esta vez quiero comenzar este texto, y actualizar este pobre y olvidado blog, con dos anécdotas muy personales… claro, siempre referidas a una de mis pasiones en esta vida, la economía de los hidrocarburos.

Hace más de diez años yo trabajaba en el Viceministerio de Hidrocarburos, allí, con un grupo de excelentes profesionales y personas, hacíamos nuestro mejor esfuerzo porque las cosas nos salieran bien, sobre todo en aquellas variables de alta sensibilidad social, naturalmente el precio de la gasolina es una de ellas. Esta experiencia debiera formar parte de un par de líneas en mi CV y grandes y buenos amigos acumulados si no fuera por una persona que me habló en una de tantas charlas que nos tocó dar. Un hombre (cuando defendíamos el sistema de precios, la eficiencia, políticas de cero subsidios y bla, bla, bla, bla) me dijo: «Licenciado, si el petróleo es nuestro, ¿por qué debo sufrir cuando el precio internacional sube?»

La segunda se presentó el año 2004, cuando me tocó dar una charla en la Asamblea de Derechos Humanos de Bolivia, en ella explicaba la eficiencia de los sistemas impositivos, las principales virtudes de los contratos petroleros, los niveles de recaudación de los últimos años (en términos relativos) y todo aquello que podría dormir a cualquier bebedor compulsivo de Red Bull. En la tanda de preguntas, una señora bastante mayor… y cuando digo «bastante» hablo de «los ochentas o más» me dijo: «Licenciado, mi esposo murió en la Guerra del Chaco defendiendo el petróleo Boliviano, así que todo el petróleo nos pertenece».

Está demás decir que reflexioné mucho tiempo con estas dos historias y llegué a la simple conclusión que, a diferencia del sector minero o maderero (ambos recursos naturales), el sector petrolero (donde se incluye el gas natural) presenta un componente social mucho mayor y, por ello, muchas veces, nos desafía con problemas difíciles de solucionar. ¿Qué quiero decir con ello? Déjenme poner un ejemplo, al precio de la gasolina muchas veces se le pide resolver tres problemas: 1) fiscal, con mayores impuestos; 2) energético, que fomente la inversión y; 3) social, a través de subsidios. Ello, naturalmente, presenta el serio desafío de tres objetivos y una única variable de control (instrumento)… el precio de la gasolina. Déjeme ponerle de esta forma, cuando un país latinoamericano coloca impuestos altos al precio de la plata, el estaño, cobre, etc. no surgen problemas sociales notorios, porque vamos… el ama de casa no cocina con estos minerales; pero cuando un país coloca impuestos al petróleo (producción o importación) ello afecta al ciudadano de «a pié» porque, señoras y señores, todos los días, en todo hogar alguien «enciende la cocina» para el bendito almuerzo.

Es en esta parte donde, al igual que Anakin (los fanáticos de Star Wars me entenderán), viene el corto circuito en la cabeza. Qué hacer con los precios de la gasolina, diesel oil y GLP que deben ser eficientes pero conllevan un importante y no despreciable componente social. Para explicar mi punto, quiero compartir con ustedes dos gráficas que construí a raíz de las variadas entrevistas que tuve debido a la insinuación de nuestro presidente acerca de un nuevo incremento en los precios de los principales del petróleo… o como a la gente le gusta decir: el «gasolinazo».

Utilizando excelente información de la CEPAL (http://www.eclac.cl/cgi-bin/getProd.asp?xml=/drni/noticias/paginas/5/21065/P21065.xml&xsl=/drni/tpl/p18f.xsl&base=/drni/tpl/top-bottom.xslt) pude contrastar el precio de la gasolina (en dólares americanos) en algunos países de América Latina. La siguiente gráfica muestra cuánto cuesta un litro de gasolina en algunos países de la región, ciertamente querido lector la relación es sencilla, este precio tiende a ser menor en países productores de petróleo y es mayor en países importadores de éste. Boliviano al fin… puse a mi país en rojo, denotando que tenemos uno de los precios más bajos de la región, sólo Ecuador y Venezuela se sitúan por debajo nuestro.

Hasta aquí no presento ninguna novedad. «The real fire» viene ahora, en el siguiente gráfico presento el precio de la gasolina como porcentaje del salario mínimo en cada país… qué, qué, qué? Cuando presenté gráficos como el de más arriba la crítica usual era: «ah! claro Mauri, contrastas Bolivia con Brasil o Estados Unidos, como si las personas en todos estos tres países ganaran lo mismo» Esta crítica es completamente válida, dado que, si tanto en EEUU como en Bolivia un litro de gasolina valiera lo mismo (un dólar)  no sería justo compararlos, porque un trabajador en los EEUU en promedio gana más que uno en Bolivia. Por ello relativizo el precio de la gasolina con el salario mínimo en cada país… en jerga usual, quiero «ajustar por el nivel de vida pues«.

Por ello les presento el siguiente gráfico, en él el precio de la gasolina es un porcentaje del salario mínimo. ¿Cómo leo el gráfico? Una buena aproximación sería: un pobre en México gasta 10 (sí… diez) veces más que un pobre en los EEUU para comprar el mismo litro de gasolina… ah! en Bolivia el pobre boliviano gastaría casi siete veces más. Miren el cambio en Bolivia, de ser uno de los países con el precio de la gasolina más barato de la región pasa a ser uno de los países donde el pobre gasta más en la compra de este litro en la región. Es decir, pese a que tenemos uno de los precios más baratos de la región, eso nos cuesta mucho… porque somos pobres pues.

¿Qué hacer? Mis colegas economistas dirán: «es la clásica dicotomía entre eficiencia y equidad» o peor aún «es el trade off (sí… nos gusta hablar así) entre eficiencia y equidad». Pero bueno, dicotomía o trade off el problema es latente: ¿qué miércoles hacemos? En este sentido, Brasil nos ofrece una excelente experiencia, para los que quieren todo «comidito» les cuento que sustituyeron un subsidio a través de precios por uno a nivel de riqueza, en sencillo, subieron el precio y dieron bonos a los pobres.

El otro día hablé con una excelente amiga economista y le dije: «en mi próximo curso de microeconomía soy capaz de botar a la basura todo el equilibrio walrasiano»… ella estuvo de acuerdo. La eficiencia está matando y alejando a los economistas del mundo real, el ser humano no odia lo ineficiente… odia lo injusto.

Mauricio Medinaceli Monrroy

La Paz, 12 de diciembre de 2011

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