¿Placer o felicidad? ¿Cuál es la decisión económicamente óptima?

¿Placer o felicidad? ¿Cuál es la decisión económicamente óptima?

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Tuve la fortuna de toparme con el libro “El mito de lo normal” de los autores (padre e hijo) Gabor Maté & Daniel Maté. Este texto, que lo recomiendo ampliamente, toca varios temas de la naturaleza humana, nuestra relación con el prójimo y el ambiente. En uno de los capítulos los autores mencionan que el placer y la felicidad se parecen mucho (bastante de hecho) sin embargo, activan distintas “gasolinas neuroquímicas”. El placer viene acompañado de dopamina y opiáceos, mientras que la felicidad viene con serotonina.

Los autores mencionan algo interesante también, la dopamina y los opiáceos generan con mayor probabilidad adicción, mientras que la serotonina no lo hace. Como no soy experto en estos temas, lo tomaré (como hacemos los economistas) como un supuesto válido.

Ahora bien, quiero alertar al amable lector que todo lo que viene a continuación es a nivel de hipótesis, sería lindo que algún joven economista vea en esto, un potencial tema de tesis y nos cuente sus resultados.

Si lo que dicen los Maté (papá e hijo) es cierto, entonces la aproximación económica radica en cómo usted quiere utilizar el dinero que tiene en el bolsillo, digamos USD 100. ¿Los quiere invertir o los quiere gastar? Un gasto, en simple, es una salida de dinero de su bolsillo que le permite vivir un día o una semana; por otra parte, una inversión es una salida de dinero pero que le genera una ganancia futura. Muchas veces ambos conceptos se cruzan entre sí, por ello, hay una gran discusión contable (a nivel teórico) entre lo que es gasto y lo que es inversión.

Vamos con algunos ejemplos que hacen la vida más fácil.

La compra de un auto puede ser una inversión, si usted lo utiliza como taxi; pero también podría ser un gasto, si solo utiliza el auto para pasear los fines de semana.

Aprender a editar videos en Youtube puede ser una inversión si usted luego gana unos billetes como “yutuber”; pero para sus papás quizás es un gasto, porque según ellos no le sirve para nada.

Comprar el último juego de PS5 puede ser un gasto (según sus papás); pero quizás se convierta en inversión si usted luego gana dinero por ser, digamos, un campeón en este juego.

Perforar un pozo de petróleo puede ser un gasto, si el pozo sale seco; pero puede convertirse en una inversión, si el pozo es exitoso.

Con estos ejemplos queda claro, espero, que los conceptos de gasto e inversión no siempre son claros y definitivos.

Regresemos al ejemplo de las “gasolinas neuroquímicas”. Todo apunta a que:

– Si usted compra una hamburguesa con papas fritas y coca cola, su cerebro libera dopamina, le produce placer, pero que le dura muy poco. Entonces puede ser considerado un gasto.

– Si usted come una ensalada, quizás no le genere dopamina pero parece que sí genera serotonina que le genera felicidad (algo así como paz) y tiene beneficios futuros interesantes, además que la adicción no parece tan fuerte. Entonces puede ser considera una inversión.

– Si usted fuma un pequeño cigarrillo entonces viene a la carga la dopamina y tiene placer, pero que le dura muy poco. Ahí tenemos un gasto.

– Si usted duerme 8 a 9 horas, practica yoga o hace deporte entonces los niveles de serotonina se incrementan y eso genera felicidad. Por ahí tenemos una inversión.

Desde una perspectiva económica y financiera, la recomendación es clara: invertir es mejor que gastar. Sin embargo, las empresas incurren en ambos, gastan e invierten, el desafío (como siempre) es encontrar el balance. Para ello existen un conjunto amplio de indicadores que le reflejan “la salud de la empresa”, EBIT, EBITDEA, etc. ¿No sería interesante encontrar estos indicadores económico-financieros que le permitan ver su salud? (eso lo dejo al estudiante economista que quiera hacer su tesis).

Al final del día todos somos libres (¿o no?) de gastar nuestro dinero en placer o felicidad. Sin embargo, es importante saber cuándo realizamos un gasto y cuándo realizamos una inversión. Dicho sea de paso, parece la compra de placer genera adicción y eso le quita recursos a la inversión en felicidad.

Como usted habrá podido apreciar, utilicé las palabras “parece”, “pareciera” “puede ser” porque, como lo dije antes, todo esto es a nivel de hipótesis. Por lo pronto le deseo un gran fin de semana, ojalá todos (me incluyo) podamos balancear nuestro dinero en gasto e inversión; ojalá (como sugería el Sr. Miyagi de Karate Kid) podamos encontrar el balance.

S. Mauricio Medinaceli Monrroy

22 de septiembre de 2023

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