Al final ¿Qué diablos estudian los economistas?

Al final ¿Qué diablos estudian los economistas?

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Pertenezco a la generación de personas que asistieron al curso inicial de economía en la universidad y en su primera clase se les dijo: «la economía estudia la asignación de recursos escasos versus necesidades ilimitadas». ¿Qué? Que el economista es el buen samaritano que ayuda a repartir las migajas en ese mundo voraz de lobos hambrientos que sólo son ahuyentados por una bala de plata… ok, estoy exagerando. El asunto es que los primeros textos que leí sobre economía eran de una economía perfectamente comportada donde personas, como muchos de mis amigos, quedaban al margen y sólo sobrevivían personajes como Sheldon Cooper.

Para poner un contexto déjenme contarles algo, en Microeconomía I estudiamos el comportamiento humano y lo resumimos en tres axiomas (a lo mucho):

1) más es mejor a menos; 2) si prefiero la coca cola a la pepsi y la pepsi a una cerveza, definitivamente la coca cola es mejor que la cerveza y; 3) algo no es mejor que sí mismo. ¿Suenan razonables?… pero claro que sí, ¿más mejor a menos? es de locos pensar lo contrario, ¿una coca cola mejor que una cerveza? muchas veces sí, finalmente, ¿algo es mejor que sí mismo?… ¡por favor!

Resulta que bajo estos axiomas estudiamos el comportamiento humano por muchas generaciones. Por ello, no podíamos entender por qué algunas personas hacían lo contrario… de hecho nos preguntábamos por qué el 99.9% de ellas no hacía lo que nosotros anticipábamos (sí… una vez más, estoy exagerando) y nuestras buenas hojas de Excel proyectaban… grupo de irracionales que no sabían lo que era bueno para ellos.

Pasé buenos años de la universidad intentando definir qué debería hacer en el futuro como economista. Ya con el devenir del tiempo y después de mucha literatura, descubrí a personas como RawlsSenAkerlof, entre otros, quienes me mostraron una visión distinta de la economía, menos ordenada pero quizás más entretenida. Así que comencé a ver la vida de otra manera y algunos puntos me gustaría compartirlos.

En principio el economista no sabe muchas cosas, pero en particular hay una que no debería saber (al menos en concepto)… sí leyó bien, «no debería»… esa «cosa» es ser millonario. De hecho, nos enseñan muchos temas en la Universidad, pero casi ninguna de ellos se refiere a cómo hacer dinero… ¿qué? Aún recuerdo cuando me preguntaban: «Mauri, estoy por poner un negocio y como tú estudiaste economía que me recomiendas cuando…» a lo que Mauri miraba con cara de pensativo a ese querido familiar o amigo e intentaba decir algo interesante, mientras recordaba sus cursos de política monetaria o política fiscal.

¿Por qué entonces no sabemos cómo hacer dinero? Porque el economista, o mejor dicho la visión económica de las cosas está preocupada por el bienestar de la población, en el bienestar social… por ello tenemos tan marcado el concepto de costo y beneficio social, al final del día querido lector, la economía es una ciencia social… y como dijo una buena amiga «al ser ciencia social evoluciona con el individuo».

Bienestar social… lindo concepto, sin embargo, de difícil y compleja implementación, ya que abarca temas sobre justicia, libertad, eficiencia, igualdad, etc. que tienen discutiendo al ser humano, me imagino, desde que tomó conciencia de su existencia. Para muestra les cuento un ejemplo que utilizo en mis clases de teoría del bienestar… a través de él intento remarcar el problema entre justicia y eficiencia.

Hace algunos años atrás una buena señora nos ayudaba en casa con los quehaceres domésticos, ella nos contó una historia remarcable. A los meses de nacido, un descuido hizo que su primer niño caiga de cabeza al suelo, ella, por temor al marido, no dijo nada y ahora el niño tiene problemas de aprendizaje, con el segundo no pasó semejante situación y el niño es muy normal. La vida y sus cosas hacen que ella sólo pueda enviar a un colegio privado a uno, sólo a uno, de los niños… ¿a quién creen que envía?… sí, al segundo. Así, estimado lector, la señora es eficiente y quizás, bajo determinados criterios, no sea justa…. De hecho, la gente de bajos ingresos tiende a ser muy eficiente, ellos saben el valor de un centavo.

Estudiar el comportamiento humano entonces, es una de las tareas centrales de los economistas, dado que si logramos entenderlo (de alguna manera) podremos ayudar a mejorar su bienestar. En el pasado se intentó ello con abundante matemática, sobretodo topología (sí… imaginen), pero ahora se tocan las puertas de otras ciencias igual de sabrosas, lindos ejemplos pueden encontrarlos en dos excelentes libros: Economics and Psychology: A Promising New Cross-Disciplinary Field de Bruno Frey y Alois Stutzer y Animal Spirits: How Human Psychology Drives the Economy, and Why It Matters for Global Capitalism de George Akerlof y Robert Shiller.

Entender la realidad (mucha estadística y modelos) es importante, pero también lo es preguntarse acerca de si estamos mejorando la calidad de vida de las personas. En este sentido, una tarea central de los economistas quizás sea eliminar ese símbolo «$» clavado en la frente y cambiarlo por uno donde el bienestar social sea lo sustantivo… aún cuando ello sea igual al vano intento de agarrar una gota de mercurio.

Leo lo que escribí y sólo veo «bla, bla, bla…» así que déjeme remarcar una sola idea: los economistas saben algunas cosas, pero si bien el hacer dinero está en la lista… yo la pondría en el último lugar, aunque vivir como se predica sea tan difícil.

Mauricio Medinaceli Monrroy

La Paz, 26 de julio de 2011

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