El Mercado de Gas Natural en América del Sur: Cuando los cambios llegan para quedarse

El Mercado de Gas Natural en América del Sur: Cuando los cambios llegan para quedarse

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Los mercados del gas natural en el mundo están sujetos a constante innovación tecnológica, nuevas técnicas de exploración y explotación de yacimientos, conllevan mayores niveles de eficiencia en dicha actividad. Por otra parte, el notable impacto de las mejoras en las técnicas de transporte y comercialización de este producto no es pérdida de tiempo. En efecto, si bien en la antigüedad ya se reporta el transporte de gas natural a través de ductos muy rudimentarios (año 940 AC en China), es el crecimiento en la metalurgia del siglo XX el que permite la construcción masiva de gasoductos a gran escala que, primero permiten el transporte al interior de los países y, posteriormente, consolidan mercados internacionales. De esta forma por ejemplo, en la década de los sesenta en Estados Unidos de América se observa una gran cantidad de conexiones de gas natural entre los distintos Estados y ello, a su vez, dio paso para que en la década de los setenta en América Latina se piense en la posible integración energética a través de la construcción de ductos a gran escala.

Desafortunadamente, la crisis económica experimentada en la región durante gran parte de los ochentas no permitió el avance en las negociaciones antes mencionadas, dado que las restricciones al crédito eran más bien agresivas. Luego de este período, los noventa aparecen como una década rica en la construcción de gasoductos. En particular, en América del Sur, el conjunto de interconexiones entre Argentina y Chile y un megaproyecto entre Brasil y Bolivia, llaman la atención de analistas propios y extranjeros. Si bien el uso del gas natural en Argentina y Bolivia ya era habitual al interior de sus economías, es en esta década que el comercio internacional cobra un nuevo impulso y, una vez más, una renovada idea de integración energética, impulsada por los mercados y el sector privado, toma fuerza notable.

Sin embargo, durante la primera década del nuevo milenio suceden importantes cambios en materia tecnológica y en política energética. Respecto al primer punto, se observa que, una vez más, el avance tecnológico en materia de transporte y comercialización de gas natural cambia la configuración de los mercados en la región y el mundo. La posibilidad de transportar gas natural a través del mar (con los llamados proyectos de LNG) permite que ahora este producto pueda ser comprado y vendido a nivel internacional, sin la necesidad de construir un gran gasoducto. A través de esta nueva tecnología el gas natural (cambiando la presión y temperatura) pasa de su estado gaseoso al «conveniente y económico» estado líquido, por ello, es posible almacenarlo en buques marítimos (algo muy parecido a lo que sucede con el petróleo) y transportarlo a cualquier destino mundial. Por ello, si un país quiere o necesita gas natural y tiene acceso a la costa, lo único que requiere es construir una planta de regasificación y un ducto que conecte este punto con el consumidor final, pudiendo comprar dicho producto muchas veces en el mercado spot!

Por otra parte, en los países productores de hidrocarburos (en particular de gas natural) se observa un cambio en la política energética y fiscal. Precios crecientes y la interesante generación de rentas económicas, activaron ese apetito fiscal sobre el sector que, consecuentemente, no ayudaron al crecimiento de la inversión en exploración y explotación. Ello ocasionó que la seguridad de abastecimiento en los mercados comprometidos, por decir lo menos, sea puesta en duda. De esta forma, por ejemplo, se observó que el envío de gas natural desde Argentina a Chile cae dramáticamente y el de Bolivia a Brasil se estabiliza en los 30 millones de metros cúbicos por día (máximo volumen contractual).

En este nueva coyuntura, de alta incertidumbre respecto al suministro de gas natural en la región, los países importadores de este producto comenzaron a buscar fuentes alternativas para la generación de energía. Quizás en el pasado no habría quedado otra opción que importar (por mucho tiempo) volúmenes crecientes de combustibles líquidos (por ejemplo, diesel oil o fuel oil), sin embargo, el adelanto tecnológico mencionado anteriormente, mostró a estos países importadores que era posible comprar gas natural de otras partes del mundo, a través de los proyectos de LNG. De esta manera, sólo es necesario construir plantas de regasificación (estacionarias o no) para poder obtener gas natural y así lograr el suministro deseado. No es casualidad entonces que en los últimos años se haya observado la masiva construcción de plantas de regasificación en Chile, Argentina y Brasil, entre otros.

Quizás una de las principales lecciones que brinda el desempeño del comercio internacional de gas natural en la región sea que los mercados y consumidores son impacientes y por ello, la búsqueda de nuevas fuentes de suministro alternativas es tarea prioritaria, aún cuando el precio de éstas sea mayor a otras, que si bien más baratas, contienen una fuerte dosis de incertidumbre. Como dije en un curso en Colombia: «los mercados no esperan a los Gobiernos».

En general, cuando me toca dialogar sobre el sector hidrocarburos, en particular el gasífero, no puedo ceder a mi apetito por utilizar ejemplos alternativos, es así que menciono que este sector es un gran barco que, cuando cambia de rumbo, demora un tiempo (vamos! no es una lancha con motor fuera de borda) pero una vez que lo hace, es muy difícil que retome la ruta anterior.

Mauricio Medinaceli Monrroy

La Paz – Bolivia, Septiembre de 2011

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