“Mi esposo peleó en la guerra del Chaco”

“Mi esposo peleó en la guerra del Chaco”

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Usted seguro ya conoce sobre los subsidios a la gasolina y diésel oíl. Usted ya conoce que todos los contribuyentes los pagamos. Usted seguro ya escuchó que son un problema, porque es dinero que sale de su bolsillo. Ahora ¿qué opina de aquellos subsidios que impiden que entre dinero a su economía? Y no hablo de una forma ilegal, si no, a través de instrumentos genuinamente legítimos y fiscales. Déjeme conversar sobre esto.

Luego de varios meses de trabajo, publicamos (con Marcelo Velázquez) en las redes un documento que revisa la formación de los precios de la gasolina y diésel oíl en Bolivia desde el año 1986 y adicionalmente, cuantificamos la mayoría de los tipos de subsidios que existen en el país. Pues sí, hay más de uno.

En esta oportunidad quiero llamar la atención sobre dos: 1) el subsidio directo a la importación y; 2) el llamado subsidio por costo de oportunidad. El primero es el conocido por todos, YPFB compra “gasolina” y diésel oíl de otros países a precios altos y los vende a precios baratos en Bolivia; para cubrir la brecha negativa, YPFB recibe del Estado unos papeles (NOCREs) que luego los utiliza para pagar impuestos. Resultado, todos los contribuyentes financiamos este subsidio. Este es un subsidio clásico, en el cual los bolivianos compramos caro y vendemos barato.

El segundo tipo de subsidio es interesante y se habla poco sobre él. Cuando usted enciende la cocina para preparar un café, o arranca el motor de su auto (que funciona con GNV) piensa: “qué barato es esto”. Comparando, quizás, con lo que le costaría una cocina a electricidad o un automóvil a gasolina. El que todos los bolivianos tengamos acceso a gas natural barato, ya sea para cocinar, nuestros autos o en la electricidad se debe a que los precios al productor de gas natural son bajos, muy bajos.

Pero ¿qué es un precio bajo? ¿es uno que no cubre los costos de producción? ¿es uno que no permite una ganancia razonable a los productores? ¿es bajo comparado con qué? Y aquí es donde surge el concepto, muy económico realmente, de costo de oportunidad. Si el productor de gas natural e YPFB decidieran vender este gas a Brasil o Argentina, recibirían un precio hasta 7 u 8 veces más alto. Por este motivo, cuando venden dicho gas al mercado nacional a precios bajos, pierden la oportunidad de venderlo a mercados más atractivos, como el de Brasil o Argentina.

Quizás usted piense ahora: “Ok, ése será problema de YPFB y los productores de gas, mientras tenga gas barato… yo feliz”. Es correcto, hasta cierto punto. Este razonamiento no refleja la realidad completa porque, el pago de regalías (del 18%) y del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (del 32%) se realiza utilizando este precio de venta. Es decir, cuando el gas se vende barato al mercado interno, los ingresos por regalías e IDH son bajos; si, por el contrario, este gas se vendiese al mercado externo, los ingresos por regalías e IDH serían 7 u 8 veces mayores.

Una solución fría sería: Suban el precio del gas a los bolivianos al mismo precio al que nos compran Brasil y Argentina. Que en jerga económica se llama: al precio paridad de exportación. Es una solución dura que me recuerda la vez me tocó exponer estos conceptos en la Asamblea de Derechos Humanos. En esa oportunidad una señora levantó la mano y dijo: “Mi esposo peleó en la guerra del Chaco defendiendo este gas, entonces ¿por qué debo pagar precios altos por algo que es mío?” Así de sencillo, la Sra. quiere precios bajos porque considera que el gas natural es suyo, punto final.

Todo radica en cómo se plantea la pregunta. Que pasaría si preguntamos a la Sra. algo como: “¿estaría de acuerdo en subir los precios al gas natural, digamos incrementar su factura de Bs 10 a Bs 20 y, a cambio, se construye un hospital cerca de su casa?” Porque, si subimos los precios (quitamos el subsidio de costo de oportunidad) también suben las regalías e impuestos, los gobiernos nacionales y regionales tienen más recursos y por ello, pueden ampliar la inversión pública. Ahora si usted considera que es mejor tener precios bajos a que estos recursos los maneje el Estado, entramos a espacios más movedizos donde debiéramos discutir cómo se financian los bienes públicos.

Para terminar, quizás algunos amigos me dirán: “Mauricio, esta discusión es baladí, porque si no se levantan los subsidios no habrá mucho gas qué subsidiar” ¿Por qué? Porque desde el 2016 la producción de gas natural se encuentra en franca declinación.

S. Mauricio Medinaceli Monrroy

La Paz, 10 de mayo de 2022

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