¿Tiene problemas con su peso? Quizás le interese discutir sobre el rol del Estado

¿Tiene problemas con su peso? Quizás le interese discutir sobre el rol del Estado

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El despertador anuncia que es hora de levantarse. Ve la hora y recuerda que puso 6:00 am porque hoy debe viajar. Con un ligero dolor de espalda se dirige a su cruel verdugo de todas las mañanas: la balanza con la que medirá su peso. Sube (siempre temeroso) y la aguja marca 100 Kg. Baja de la balanza, mira al espejo y una tristeza mezclada con melancolía invade sus ojos, baja la mirada y comienza a pensar en los colores de ese traje que ocultarán esa panza.

Para un grupo de economistas, quienes están de acuerdo con la racionalidad humana, aquí no hay problema, porque usted decidió tener ese peso. Al final del día, usted toma decisiones racionales con la información disponible.

Para otro grupo de economistas, quienes están de la mano con la nueva economía conductual, aquí sí tenemos un problema. Tenemos una persona con una lucha interna diaria, lucha de la que muchas veces sale perdiendo. Tenemos a una persona que no se ajusta a los criterios de racionalidad exigidos al hombre económico.

En este escenario ¿El Estado debe regular la propaganda sádica de pizzas y hamburguesas? ¿El Estado debe aplicar impuestos a la comida con mucha azúcar? O ¿El Estado debe quedarse al margen y dejar que el individuo decida?

Usualmente usted paga impuestos de dos maneras: 1) cuando le descuentan de su salario y; 2) cuando compra una coca cola (esa que le hace subir de peso), por ello muchas veces se percibe que los impuestos que paga la coca cola vienen del bolsillo de la empresa, cuando en realidad ella lo hace en nombre de nosotros. Bueno, más allá de esa precisión técnica, hechos algunos cálculos, resulta que terminamos pagando por impuestos entre el 15% y 20% de nuestro ingreso, si no más. ¿Es mucho? ¿Es poco? Veamos de otra forma. Si los impuestos se “comen” el 20% de nuestro ingreso, es como decir que de los cinco días a la semana que usted trabaja, uno enterito se lo da al Estado. En un acto de rebeldía quizás ese día en lugar de trabajar usted se dedique a ver videos en Youtube.

¿No le gustaría tener menos Estado? ¿No le gustaría que el Estado desaparezca? ¿Le molesta la corrupción en el Estado? ¿Le gustaría pagar menos impuestos? ¿Le gustaría que los impuestos sean cero?

Usted se dedica al teatro y vive de él. Firme en sus convicciones decide apostar por obras que “no son comerciales” pero son de calidad. En general la crítica aplaude sus obras y recibe excelentes comentarios en la prensa. Pero el público no le acompaña. El público, muchas veces ingrato, decide gastar los pocos pesos que tiene en otras cosas. Va a un café y encuentra a su grupo de amigos usual, un excelente jugador de ajedrez, un gran pintor, una bailarina de danza contemporánea y un músico de la sinfónica.

¿A todos ellos les gustaría mayor apoyo del Estado? ¿Usted estaría de acuerdo en que el Estado apoye estas actividades que el mercado no las apoya? Si el público (siempre ingrato) no apoya estas actividades ¿debieran eliminarse?

Ahora a usted le toca viajar en avión. Al momento de comprar el pasaje se da cuenta que solo existe una línea aérea, la del Estado. Existe este monopolio (una única compañía aérea) porque el Estado “eliminó” a la competencia con los argumentos de siempre. Usted encoge los hombros y decide comprar el boleto. Llega al aeropuerto y la cola en el counter es infinita (no se olvide, no existen otras aerolíneas), hace el check in y lo maltratan (no se olvide, no hay competencia), cruza los controles y mientras toma un café, anuncian un retraso de 2 horas (no se olvide, no existe competencia). Usted indignado va al counter y comunica que hará una queja ¿a quién se queja? Pues a otra institución del Estado. Usted quizás piense: “los administradores de la línea aérea, de la oficina de quejas, de impuestos internos, deben reunirse todas las tardes y comienzan a reír sádicamente por las formas cómo tratan al consumidor”.

¿No le gustaría que el Estado se haga a un lado? ¿No le gustaría tener más opciones privadas? ¿No le molesta que el Estado sea juez (la oficina de atención al consumidor) y parte (la línea aérea)?

Como tiene dos horas de espera en el aeropuerto, decide entrar a un restaurante y pedir un “pescado a la plancha”, así con mantequilla, limón y papas fritas, como le gusta. Le traen esa delicia y la disfruta sin más dilación. Media hora después siente ese dolor en el estómago que le viene cada vez que come pescado. Pasan los días y el médico le sugiere que deje de consumir ese plato, porque la actividad minera aguas arriba ocasionó que los pescados ahora “vienen con plomo”.

¿Usted quisiera quejarse al Estado? ¿Desearía que el Estado haga “algo” con esta empresa minera? O más bien ¿piensa que son las reglas del juego de mercado? O ¿no será que el mercado está fallando? Algo así como fallas de mercado.

La discusión sobre más o menos Estado, más o menos libre mercado está lejos de acabar… porque, entre otras cosas, todos buscamos un “Estado a la medida”, dependiendo de qué lado de la fiesta estemos. No se olvide, todos tenemos una distinta versión de cómo estuvo la fiesta.

Nos gusta la libertad, pero también nos gusta tener protección… hoy en día la frontera del conocimiento económico está en la búsqueda de este Estado paternalista libertario, algo así como un papá que no se mete en tus cosas, pero te protege (incluso te protege de ti mismo); la pena es que nuestros impuestos pagan a ese “papá” y, muchas veces, ese “papá” es un burócrata al que no le interesamos.

Ahora debo lavar los platos que dejó mi Santi, pero no se lo digan, quiero que aprenda a tener más responsabilidad. ¿Qué?

S. Mauricio Medinaceli Monrroy

30 de agosto, 2023

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